Supongo que hay tantas formas de rebelarse como personas en el mundo. Cada uno tiene una forma concreta, que parte de su propia configuración como persona, para manifestar su oposición.Unos usan la fuerza y otros los claveles; unos el silencio y otros los gritos. Pero todos manifiestan su desacuerdo con algo o alguien. Pensamos en el que empuja el puño en la mesa, se desgañita chillando e intercala algún insulto mientras pierde la poca o mucha razón que tenía. Nos recordamos de quién se mantiene totalmente callado esperando a que pase la tormenta, teniendo total certeza de que hará lo que le venga en gana, impasible ante opiniones ajenas. O de el de la sonrisa adulterada, con una aparente parsimonia, mientras dispara en todas direcciones. Todos están haciendo su rebelión particular. Pero la rebelión también comienza para quién no deja de atormentarse y, un día decide aprender a quererse un poco más. Está dando su gran salto, quizás sin saberlo.
Hay un día en el que uno se levanta y siente que ha empezado todo; que el mundo está de estreno para recibirlo en una nueva andanza. Un día en el que uno siente que tiene que decir: "hasta aquí", marcar el límite. Y eso puede hacerse de muchas formas, como decía en el párrafo anterior, pero aquí apostamos por la rebelión desde las palabras, lo delicado y lo armónico. La ternura es la mejor rebelión al desengaño. Cansa ya ver que rebelde se asocia con el extravagante, el maleducado, el macarra que presume de todas sus conquistas, o quién hace la guerra santa allí dónde está. Eso no es rebelión, es vulgaridad, por llamarle de alguna forma. Sonrisa es rebeldía, como lo es dedicarse un tiempo a uno mismo; darse un mimo cuando quién te los portaba ya no está; luchar hasta la meta sin tirar la toalla, simplemente porque hoy has decidido creer en ti más que en nadie; eso, también es rebelión. Porque la rebeldía para encontrar nuestro propio equilibrio es una de esas últimas exquisiteces. Ahora sí, tras el salto ha encontrado que su mejor apoyo es ella misma, en su esencia.
En todas las rebeliones hay que seguir velando por todo lo conseguido, y dando pasos, pero sin muertes ni guillotinas. Y sí, el tráfico mejor parado es el que detiene una bailarina que ha estirado, calentado y se ha colocado el moño. La rebelión puede ser delicada y no por ello menos fuerte y combativa.
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