Hay siempre algo de locura en el amor,pero siempre hay algo de razón de la locura. ( Friedrich Nietzsche)

viernes, 27 de abril de 2012

Amor

Con la teoría de "la media naranja" se ha forjado de forma universal la idea de que alguien vendrá a colmar nuestra falta. Y no, nadie viene a colmar nada. La falta en sí misma existe en cada una de las personas del mundo entero, y siempre existirá, reconocerla es empezar a amarse a uno mismo. Soy un incompleto que se une con otro incompleto, y ni juntos llegaremos a completarnos, ¿y qué importa eso? no estamos aquí para completarnos sino para amar lo singular, disfrutar de la diferencia. Quién busca ser completado, ama desde la necesidad (necesito al que me de... ) no desde el disfrute (me gusta porque me aporta...)


Amar al otro como ideal está condicionado al fracaso. Idealización es distancia, no estar en la misma línea. Queda plasmado en el príncipe azul idealizado, y la mujer que puede enamorarse de un atuendo para luego, quizás, verle como sapo. En esta sociedad se nos empuja a tapar, a creer que el vacío es lo feo, por lo que hay un montón de almas angustiadas intentando taponar su falta de la forma que sea, un amor o una adicción, sin saber gozar consigo mismos. Lo que tapona el dolor es el fantasma, el mismo que nos impide encontrarnos. La vida del neurótico se sostiene en el fantasma, hasta que hay algo que lo hace insostenible y acude al análisis. Es ahí donde el conocimiento de la situación amorosa intenta que esos ideales paternos y aprendidos dejen paso a nuestro propio ideal. (Ella sospecha de la infidelidad de él, sin embargo todo se sostiene porque ha "aprendido" a no querer saber; su estrategia funciona, es decir, su fantasma tapona ese dolor pero le está impidiendo saber quién es realmente: una mujer engañada. Hasta que un día su pareja le dice que la historia ha terminado porque se va con la Otra. Ese hecho hace que la estrategia se rompa; ahí, con la verdad ya al frente es cuando, sorprendentemente, nada se sostiene. Acude al análisis con la pregunta "¿Cómo se soluciona esto?", tal y como acude hoy la mayoría de la gente al análisis y no con la pregunta: "¿Por qué me pasa lo que me pasa?". Porque cada vez más queremos soluciones y recetas mágicas, y queda relegada la disposición a indagar en lo más profundo del ser. Entonces, será difícil no repetir.


Hace tiempo,en un mensaje esto: "Qué vanidad imaginar que puedo darte todo, el amor y la dicha, itinerarios, música, juguetes. Es cierto que es así: todo lo mío te lo doy, es cierto, pero todo lo mío no te basta como a mí no me basta que me des todo lo tuyo. Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal, si no somos capaces de aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno. Por ahí un papelito que solamente dice: Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte." Y buscando poemas por internet, me topé con un poema de Cortázar titulado Bolero, que se vuelve toda una declaración de intenciones. Hoy lo comparto aquí porque quizás muchos os encontréis en este "Bolero". Porque el estado de compleción es utopía. Porque hombre y mujer cuentan con mentalidades muy diferentes, y por tanto, con demandas distintas. El hombre llega para llenar el vacío. Y se encuentra a la mujer, que demanda lo que no tiene, el deseo de lo imposible. El mismo hombre que dice: "pídeme lo que quieras, pero de lo que tengo". Porque uno no necesita que el Otro le dé todo, sino justo lo que necesita... Purgar el amor, que podría decirse.


Esa imposibilidad es la que añade al amor la parte de cuentos y leyendas tan extendidos desde tiempos inmemorables. Satisfacción se hace enemiga del amor, todo aquello que entra en lo posible parece que viene a restar, siendo el amor siempre símbolo de la suma, de la unión. En el amor narcisista lo que uno realmente ama es la imagen que el Otro le reporta de sí mismo. (Quizás aquí encontréis a alguien conocido... "No lo amo todavía pero me hace sentir bien, quizás la mujer segura que nunca he sido, quizá la guapa que nunca fui, quizás la deseada que siempre quise ser"- decía ella)


Por otra parte, somos monógamos del rasgo, es decir, cambiamos de pareja para seguir con la misma. La repetición es muy difícil de romper porque es lo más arraigado a nosotros. (Su primera novia lo dejó por otro, su segunda novia también, y la tercera... ídem. Suele decirse que tiene mala suerte en el amor. ¿O es que busca a la mujer que viene para no quedarse?) El rasgo es aquello que uno coloca en el Otro, que puede o no poseerlo porque el rasgo solamente puede verlo uno mismo, ya que remite a la historia de cada uno. (Esa gran frase tantas veces oída "¿pero qué habrá visto en ese hombre?" Pues eso que ha visto tú nunca lo verás, ni yo tampoco. Tan sólo puede verlo ella, ya que puede ser que lo que ha "visto" ni siquiera exista en él, basta con que ella lo haya percatado para sentirse atraída) El rasgo recuerda al padre, al hermano, o simplemente a una vivencia infantil. Encontrar al que tiene el rasgo y no saber decir porqué ese es Él en mayúsculas. Simplemente el inconsciente habla. Llegamos a la conclusión de que incluso puede haber un nuevo amor con el mismo, es decir, otra forma de amar.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario