Una amiga y yo, y una conversación. Una larga conversación en la que hablamos del amor y del desamor; de la juventud, de la vida y de las vueltas que da la misma. Hablamos de ella y de mi, muy cercanas al mismo punto. A veces uno se hace algunas preguntas para las que sabe que alguien tendrá respuesta, o al menos, le dará las claves para que uno mismo se encamine a la respuesta escondida. Hablamos de mi infancia,y ella me cuenta anécdotas de la suya y de esa parte de mi que hace que me quiera tanto. Hablamos de miedos, de risas y de algunos que ya no están. De un viaje pendiente. Hablamos de sueños cumplidos y de deseos inconscientes. Aludíamos a cómo en ocasiones una se paraliza ante la mirada del otra,sabíendo lo que sentíamos y pensabamos en ese mismo instante...solamente con mirarnos . Cómo una se vuelve fugitivo de su propia historia, o cómo no encuentra herramientas para decir “sí porque sí”. Hablo de algo nunca verbalizado, de esos mismos sentimientos y sensaciones que sólo he hablado con mi almohada. Ella también descifró mi mapa, pero eso no era novedad, esos ojos marrones siempre saben anticipar lo que voy a decir antes de decirlo. Y yo hice la pregunta, quizás aquí sí había respuesta:“Tú, tras todo lo vivido, ahora mismo con tus veintitantas (largas) primaveras y con todo lo que sabes, ¿qué le dirías a alguien de veintiún veranos?” y ella con cada mirada basta para darme su apoyo y su comprensión y saber saber sacar de lo bueno lo mejor, y las mejores ocasiones...las superiores.
Y todas esos momentos,historias, "cagadas" que pasamos juntas, diariamente, que nos hacen más fuertes y que nos hacen crecer los voy a guardar en una cajita con llave, porque quizás algún día me gustará pasárselos a alguien. Las mejores historias son las que nunca terminan.
Así suceden las mejores conversaciones, prolongadas e impensables. Me quedo con el mensaje, que podríamos decir que eran el mismo. Me ha gustado, mucho, ni siquiera sé cuánto. Una conversación que podría llevar por título la frase con la que comenzaba aquel bolero que decía:“en la vida hay amores que nunca pueden olvidarse”.
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