Hay siempre algo de locura en el amor,pero siempre hay algo de razón de la locura. ( Friedrich Nietzsche)

miércoles, 22 de febrero de 2012

El sueño de calíope.

Me gustaría pensar que no existes y que nunca te harás conmigo pero sé que no es posible y que caeré en tus garras en cuanto surja la menor oportunidad. Puede que no sea el mejor resultado a la ecuación dada y, por ello, cada día intento que la cordura se imponga a esta locura que me domina y frente la que no puedo luchar por más que lo intente. Cierro los ojos y no soy capaz de sacarte de mi cabeza. Me persigues, me violentas y me pones entre las cuerdas para que caiga, pierda el equilibrio y desaparezca en tus fauces oscuras. No sé porqué me buscas ni porqué me quieres encontrar en esas noches que cada vez se tornan más sombrías y con un menor margen de esperanza. Cada vez me haces más tuya, me señalas con el dedo y me pides, que te siga a paso firme. Abandono, lo abandono todo y corro hacia tí. Y ahí te veo, mirándome desafiante y llamándome con tus "cánticos" engañosos. Perfecto conocedor de mis debilidades sabes que algún día saltaré al vacío y emprenderé un camino de piedras sin retorno alguno. Me iré, volaré al son de tus brazos y preferiré un ruido extraño que te mandaré a ti, motivo de mi desesperación y llanto. Y el día que eso ocurra lloverá y esas gotas de lluvia no representarán en su justa medida todas las que vertí por ti, objeto de mi deseo. Entonces la cuerda se habrá cortado y esta agonía que ahora me corroe por dentro tocará su final, desplegaré mis alas y me insertaré en el mundo de lo inexistente, de lo transparente. Sucumbiré a tus promesas de felicidad eterna y me aferraré a ti pensando que eres el algoritmo resolutivo de mi tristeza.




Así no tendré que esbozar sonrisas de plástico y metal cuando lo que más me apetece es echarme a llorar y pegarme a tu espalda para que no te olvides de mí, me subas a tu lomo y me lleves allá donde a tu juicio merezca estar. Pero aunque mi alma se vaya al universo de lo quimérico siempre estaré en todos los lugares por los que en su día pasé y en mi cara pálida se dibujará una sonrisa inerte en tu honor y te daré, como solías pedirme en aquellos tiempos ya arcaicos, un beso en la frente, te cogeré la mano sin que te des cuenta mientras compartes tu vida y disfrutas de ella sin mí, condenada a la infelicidad eterna y al sollozo existencial continuo. Pronto te darás cuenta de quién es esa sombra que te sigue en la oscuridad más profunda del día, que te acompaña en tus viajes con retorno y que te ayuda a sobrellevar ese día a día que no soportas sin mí, residente en la ciudad de los encuentros y bienvenidas. Allí te esperaré consciente de que algún día te encontraré. Tu sinceridad te llevará junto a mí y aunque lo nuestro no sea posible a pie de tierra, sí lo será allí donde las olas no chocan contra las rocas y las paredes no son obstáculos que destrozan vidas. Sé qué algún día volaremos juntos aunque no sea al mismo ritmo. Sé que cuando todo acabe aquí el primer nombre que pronunciarás será el mío. Sé que me buscarás insaciablemente y, cuando me encuentres, me observarás más guapa que nunca, con un brillo en la mirada y alegría en el alma porque por fin alcanzaré la felicidad.

Sin embargo, a ti, no te veré porque no habrá oportunidad para ello. Desconozco si traspasarás la frontera temprano o tarde pero sí intuyo que no será la mía. Y mientras tanto, no tomas conciencia de la realidad y te consuelas pensando que siempre estaré materialmente ahí. Te equivocas. Me iré para no volver. Allí donde mis risas puedan brotar tal como lo hacían tiempo atrás, allí donde existen los unicornios y los mamuts. Allí donde se van los que luchan por ganar la batalla y los que se dejan ganar la pelea deliberadamente. Allí me iré. Al firmamento.



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