Hay siempre algo de locura en el amor,pero siempre hay algo de razón de la locura. ( Friedrich Nietzsche)

miércoles, 14 de noviembre de 2012

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Ante la indecisión por la elección de el título para la actualización he pensado que hoy cambiaré un poco la forma. Yo pondré, como siempre, el texto y las imágenes. Vosotros, como siempre, la palabra. Pero hoy será a posteriori. Cada uno decidirá lo que le hace renacer de lo más profundo de sus sentimientos esta actualización y así cada uno colgará en ese título la palabra que le venga mejor. Más que nunca, buscamos la palabra.


Una amiga que me comenta que se ha separado de su novio y que se siente tremendamente aliviada; en sus sentimientos se entremezclan el hastío con la esperanza de ver la salida del atolladero en el que estaba su relación. Hablo con un gran amigo; me dice que ha tenido varios deslices amorosos y que todos han sido con mujeres casadas o con pareja estable. Quedo con otra amiga que me comenta que no está bien con su marido, que incluso tiene "algo" con otro hombre, y que él, a su vez, tiene pareja, con la que además comparte sofá. Compartir sofá a veces dice mucho más que compartir cama, y sino miradme a mi. Tal vez, ellos y otras muchas personas ansíen completar ese porcentaje que falta para que la satisfacción en la relación llegue al 100%. Ignorando que la falta nunca es colmada. Esto quizás siempre ha existido (de obra o de pensamiento), ahora existe por completo.
La estadística confirma que se han incrementado las separaciones a partir de los sesenta y cinco años. La jubilación implica tiempo libre, más momentos juntos que se ven irritados y desbordados por los días interminables, en los que ya no existe la tregua laboral de antes. Creo que al encaminarse al tramo final de la vida uno se vuelve más sincero, colocándose como uno realmente desea. Como una lucidez que llega para iluminar el final.

Esta parece ser la realidad que nos rodea. ¿Es la época en la que vivimos o es que los valores tradicionales ya no se siguen? Mientras la mujer tiene mayor independencia económica, muta también el ideal del amor, mucho más ligado a lo carnal que a otras necesidades. Me quedo con la sensación de que somos mayoritariamente fachada y que existen amores y relaciones sumergidas. Una parte declarada, a veces incluso "religiosamente"; y otra parte, no declarada. Secreta.


Ni siquiera el amor eterno es para siempre; pero si lo fuese no es cuestión de que ese amor haya sido para nada. Lo importante no es el tiempo que transcurrió entre la fecha inicial y la fecha final, sino cómo fue aquel tiempo. No por pensar que quizás termine, hay que descuidar el final. Si hubo amor, que quede algo bello, porque sólo lo bello merece la pena ser recordado.


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